Resumen:
CRECIMIENTO PARA EL AMBIENTE Hace varios años, la protección ambiental era vista como un enemigo del crecimiento; en la actualidad, la gran mayoría de los representantes de la industria se han interesado en asumir esta responsabilidad. Salvar el ambiente generará enormes costos, atender la crisis es un gran desafío para la economía ya que se debe acumular e invertir capital con el objetivo de buscar tecnologías que generen la misma producción, pero con menos contaminación y menos consumo de la naturaleza. Estas innovaciones ya están ofreciéndose, se han creado instalaciones anticontaminadoras (scubbers), procesos de limpieza (biotecnología), tecnologías para reciclar y monitorear, así como mecanismos de regulación de procesos y la producción. De igual manera, las esperanzas están puestas en nuevas tecnologías de producción de energía (tecnología basada en hidrógeno y reactores nucleares). Todo esto con el propósito de fortalecer el aparato industrial, al mismo tiempo que se supera la degradación ambiental, para así lograr un verdadero crecimiento económico.
EL SUR COMO UNA ARENA DE AJUSTE AMBIENTAL
La “perspectiva fortaleza” (una de las interpretaciones del desarrollo sostenible) persigue la meta estratégica de minimizar la carga del norte con respecto al coste del ajuste ambiental y pasar este coste al sur. En los 70’ las conferencias multilaterales se enfocaban en la redistribución de las riquezas y en lograr una participación más amplia del Tercer Mundo en el crecimiento de la economía global. A partir de los 90’, estas conferencias han cambiado su centro de atención, ahora tienen como prioridad la redistribución de los riesgos, buscando responsables del deterioro ambiental, y se preguntan ¿cómo controlar las graves consecuencias producidas por el crecimiento económico a nivel global?.
Dentro de esta perspectiva, el sur es el que debe actuar de una manera más responsable, mientras que el norte es el hogar de la razón, la estabilidad y la limpieza. Peligros ambientales, pobreza y desestabilización, son vistos como problemas que tienen sus orígenes en el Tercer Mundo, y no como parte de efectos globales del norte. El creciente número de la población también es visto como un problema para el norte, ya que genera amenazas como la inseguridad ambiental y la migración. Se urge buscar estrategias para controlar los problemas mencionados.
La Agenda 21 (Plan de Acción de las Naciones Unidas), divide el mundo ecológicamente en países del déficit (resultado de la insuficiencia de capital, tecnología atrasada, carencia de conocimientos y disminución del crecimiento económico) y países de alto rendimiento. Se tiende a proyectar en el sur la responsabilidad de los problemas ambientales; la solución: el norte debe incrementar sus inversiones en el sur, transferir tecnología y conocimientos hacia esta región, sólo así podrá contribuir a su crecimiento.
Comentario:
Es de suma importancia que las industrias se preocupen del deterioro ambiental y que esté desapareciendo la idea de que implementar medidas para la producción con el objetivo de evitar destruir el medio ambiente, es simplemente una exigencia externa que recae en más costos de producción. Es necesario que, a nivel mundial, se priorice la idea de que la protección del medio ambiente va de la mano con el crecimiento económico. Si las industrias adoptan medidas ecológicas en el proceso de producción, los beneficios de éstas se verán a largo plazo ya que podrán seguir con su producción habitual sin externalidades como el deterioro de su entorno, el cual afecta directamente las condiciones de producción no sólo en un campo específico, si no a nivel global.
Con respecto a la perspectiva fortaleza, es oportuno citar una frase del autor: “una vez más el sur es presentado como el hogar de la incompetencia y el norte como la fortaleza de la excelencia”. [1] A mi criterio, la perspectiva fortaleza persigue una meta equivocada, los países desarrollados deben empezar a pensar de manera global; ciertamente, varios de los problemas socioeconómicos que tienen más incidencia en el tercer mundo afectan de una u otra manera a los países industrializados; sin embargo, las decisiones equivocadas de algunos de los países del norte también han dado a origen a muchos de los problemas globales que vivimos en la actualidad. “Según la investigación, llevada a cabo por la organización Monitoreo del Carbono para la Acción (CARMA), Estados Unidos produce una cuarta parte de las emisiones de dióxido de carbono en el planeta”[2]. No podemos ignorar esta realidad y cargar la responsabilidad y consecuencias únicamente a los países tercermundistas. Debe existir una vigilancia constante para que todos los países respeten los tratados internacionales para regular las emisiones de dióxido de carbono y adoptar tecnologías con el objetivo de salvaguardar el medio ambiente. El cuidado del planeta en que vivimos es tarea de todos, es necesario pensar en función de las generaciones futuras. Las decisiones de un país, del norte o del sur, afectan de alguna manera a todo el mundo; por tal razón, todos los representantes a nivel mundial deben velar para que el sur no sea la única “arena de ajuste ambiental”.
[1] SACHS, Wolfgang, “La Anatomía Política del Desarrollo Sostenible”